Yo creo en ti

Temática: Periodismo libre

Año: 1948

Director: Henry Hathaway

Reparto

James Stewart, Richard Conte, Lee J. Cobb, Helen Walker, Betty Garde, Kasia Orzazewski, Joanne De Bergh, John Mcintire, E.G. Marshall, Lionel Stander

Sinopsis

Basado en una historia real. En 1932 Frank Wiecek fue condenado a 99 años de prisión por un crimen que no cometió.  Doce años después, su madre, que limpiando pisos ahorrado 5.000 dólares, centavo a centavo, publica un anuncio ofreciendo ese dinero como recompensa para quien le dé la información que permita descubrir el verdadero criminal. Un avispado periodista intenta averiguar la verdad.

Química y Sociedad

Cuando alguien coge un periódico o revista en sus manos y lee su contenido lo último en lo que repararía es en la tinta que lleva impresa. Una fina dispersión de pigmentos o derivados de colorantes en un medio líquido de viscosidad variable llamado comúnmente barniz.

Desde que Gutenberg inventase la imprenta en 1453 y con ella desencadenase una auténtica revolución cultural que cambiaría el curso de la historia, la información ha cambiado en su fondo y en su forma hasta llegar a la actualidad y al mundo de la inmediatez digital.

 

Pero para entender el proceso de cambio, hay que empezar por el principio. Hasta entonces Las noticias llegaban a la gente, en su mayoría analfabeta, a través de pregoneros y avisos oficiales. A finales del siglo XV aparecieron las primeras octavillas impresas en Alemania. El primer periódico llegó a los quioscos de Londres en 1622. Pero no fue hasta el siglo XIX cuando se abarató el producto y llegó a las masas, algo que definitivamente supuso una revolución a nivel informativo, un avance espectacular en todos los campos del saber y generando un importante concepto como el de la opinión pública.

 

Los periódicos son conjuntos de hojas que se agrupan, tras un proceso de maquetación, de cuatro en cuatro formando pliegos. Posteriormente se preparan las planchas de impresión de cada página. La plancha es una lámina de aluminio de tan sólo tres décimas de milímetro de grosor forradas de plástico. La plancha se introduce en el cilindro de la máquina de procesamiento y una vez allí, un rayo láser escanea la plancha endureciendo el revestimiento de plástico. El lugar reservado para las fotos se queda en blanco con lo que no se endurece y se elimina después tras una serie de baños químicos.

 

Seguidamente, una máquina realiza las marcas de registro en cada lado de la plancha, que los técnicos colocarán correctamente en la rotativa, una impresora de grandes dimensiones.

 

Las rotativas pueden imprimir empleando varios métodos… offset, digital, flexográfica… pero el más popular es el huecograbado o roto grabado. Con él la parte a imprimir está por debajo con lo que la tinta penetra en el hueco y una cuchilla retira el sobrante y realiza la impresión. Este mecanismo emplea planchas metálicas grabadas que administran tintas de cuatro colores en cada punto de impresión para generar la imagen final. Los colores son cían, magenta, amarillo y negro.

 

El proceso de impresión es lento al principio y en pocos segundos se acelera hasta alcanzar los 40 kilómetros por hora.

El papel con el que se fabrica un periódico llega a los talleres en rollos gigantes que pesan casi mil kilos cada uno. Es un papel bastante resistente para ser tan

ligero, es más duradero que otros teniendo en cuenta su gramaje y la celulosa que contiene.

Una vez impresos los pliegos, se cortan y se envían al departamento de distribución. Se estima que la tirada en papel impreso empieza a ser rentable a partir de las

25.000 unidades.

 

El papel prensa usado en la mayoría de las publicaciones periódicas, diarias, semanales, o mensuales, se fabrica a partir de fibras de celulosa vegetal, que se obtiene a su vez de la madera. Esta se depura mediante diversos procesos químicos.

 

Los más importantes son dos. El método alcalino y el método del sulfito.

Así pues, para fabricar un periódico, tenemos el soporte, o papel y la tinta, con la que expresar ideas, opiniones y datos. Las tintas de impresión están compuestas por tres partes fundamentales. La primera parte de su composición es el vehículo de la misma.

 

Un barniz que se prepara a altas temperaturas durante un largo espacio de tiempo. Dependiendo de ese tiempo cocción lograremos diferente penetración, viscosidad y resistencia. Los barnices pueden tener una base mineral o vegetal o una mezcla de ambas.

 

La segunda parte de su composición nos va a decir la tonalidad de la misma. Según el pigmento que elijamos obtendremos un color u otro. Los hay monos pigmentados y los multipigmentados.

 

La última parte del proceso es la de los aditivos, que se mezclan en la fabricación de la tinta para conseguir un determinado secado, anclaje brillo, mate, resistencia al roce, a la temperatura, a los barnizados, a los plastificados o a los agentes externos. Estos aditivos son por ejemplo los secantes, las ceras, o la silicona.

 

Además de los sistemas de impresión, están los sistemas de secado, también muy importantes. Entre las más comunes están las tintas base agua que secan por oxidación al contacto con el aire. Las tintas de base solventes que secan por evaporación de los disolventes en contacto con el aire. Las tintas grasas convencionales, que emplean secadores infrarrojos y las tintas de secado por ultravioleta, que no es exactamente secado si no polimerización de las tintas y se genera mediante la radiación de unos rayos ultravioletas que despiden unos emisores que están a una longitud de ondas determinadas.

 

La tinta ya no deja marcas en nuestras manos. Ha evolucionado mucho con los tiempos. Las normativas impuestas por sanidad, la Unión Europea y otros organismos han sido determinantes para introducir nuevas materias primas, aditivos y componentes hasta llegar a las tintas vegetales, ecológicas, de bajo olor. En definitiva más saludables y a la vez más complejas de fabricar.

 

Basta con mirar la composición química de algunos componentes de las tintas para comprender la cantidad de sustancias y procesos que intervienen en el resultado final del producto. Desde los aceites minerales, a los antioxidantes, pasando por el cariche, los diluyentes, los rayos infrarrojos o los ligantes. Todo un proceso químico.