El secreto de Santa Victoria

Temática: Química de la gente

Año: 1969

Director: Stanley Kramer

Reparto

Anthony Quinn, Anna Magnani Hardy Krüger, Vina Lisi, Sergio Franchi, Renato Rascel, Giancarlo Giannini, Eduardo Ciannelli, Valentina Cortese.

Sinopsis

Santa victoria un tranquilo pueblo del norte de Italia, es famoso por su delicioso vino. A punto de terminar la II Guerra Mundial (1939 – 1945), es ocupado por las tropas alemanas, cuya misión es requisar un millón de botellas del preciado caldo. Pero resulta que tras la muerte de Mussolini y la caída del fascismo, hay en el pueblo un nuevo alcalde que encuentra la solución para evitar el expolio: esconder las botellas antes de la inminente llegada de los alemanes.

Química y Sociedad

La atracción es pura química, es esa poderosa fuerza emocional que nos lleva a querer estar todo el tiempo con la persona o personas elegidas.

 

La atracción física tiene escaso interés científico. Alguien nos gusta más o menos en función de nuestros cánones de belleza. Pero que alguien nos guste por su forma de ser, por las sensaciones que nos produce, por cómo se expresa o por todo aquello que desata nuestras emociones, pasiones,  eso es la química.

Estas emociones difíciles de medir con precisión nos pueden provocar ansiedad, nerviosismo, confianza, entusiasmo y bienestar.

 

Desde un punto de vista químico esto tiene su explicación en las feromonas, substancias que segrega el organismo y que se captan de manera muy sutil a través del olfato. Es un fenómeno imperceptible pero determinante en el juego de la seducción, regulando la atracción entre dos o más personas de forma involuntaria.

 

Cuando nos pasa esto, el organismo puede llegar a liberar hasta 250 substancias químicas incontroladas. las que sabemos que intervienen directamente en el cerebro son tres: feniletilamina, dopamina y serotonina. La feniletilamina es una anfetamina o aminoácido esencial conocida como la “molécula del amor”.

 

Al descubrir su presencia, el cerebro responde segregando dopamina, un neurotransmisor que refuerza el deseo. con el también aumentan los niveles de norepinefrina, que produce insomnio, euforia y pérdida de apetito. La tercera sustancia que entra en juego es la serotonina, otro neurotransmisor que crea una sensación de bienestar. Cuando aparece, nuestro hipotálamo envía mensajes a las glándulas suprarrenales para que aumenten la producción de adrenalina y con ello nuestro ritmo cardiaco y presión arterial.

 

Con el contacto físico entra en juego la oxitocina, que también nos provoca un efecto de felicidad y dicha, así pues, las personas pueden provocar o generar alteraciones químicas, pero también lo hacen algunos alimentos como el cacao y el chocolate negro. contienen feniletilamina, la substancia de la que hemos hablado antes y que, al igual que el magnesio, contribuye a mantener los niveles de dopamina, responsables del gusto, la seducción y el placer.

 

Así pues, es cierto, químicamente hablando que el chocolate es un plan b perfecto para cuando las personas dejamos de producir esas substancias de forma natural. el cacao es por tanto una buena alternativa para combatir el desamor o el desánimo. y es que por más que queramos evitarlo, el estado idílico del enamoramiento tiene fecha de caducidad. dura aproximadamente dos o tres años.

 

A partir de ahí, la atracción bioquímica decae porque con el tiempo, el organismo se va haciendo inmune a los efectos de estas substancias. por eso, porque las sensaciones placenteras no duran eternamente, químicamente hablando, deberíamos asumir que las relaciones personales no pueden basarse sólo en ellas, es decir, deberíamos poder controlar el nivel hormonal y aprender a relacionarnos de forma más racional, para convivir más plenamente. lo hacemos ya, con mayor o menor acierto en cada caso, pero ahora podemos entender por qué el ser humano siempre busca mecanismos de supervivencia. (esto es un ejemplo de ello).

 

Al igual que en el amor, nuestro organismo sufre alteraciones externas por otros motivos, como pueden ser las radiaciones, el oxígeno, la luz del sol, o los alimentos. Nuestra fisiología decir nuestra información genética, tiene la enorme capacidad de reparar cada día los cerca de dos trillones de daños que sufrimos y, que de no ser así, nos podrían causar un sin fin de enfermedades. (La hemoglobina de la sangre nos permite respirar, el colágeno construye huesos, dientes, el blanco de los ojos… )

 

Sabemos que la información que contienen nuestros genes son la base de todo lo que hay que saber sobre nosotros. Cuando descifremos todas las bases químicas que provocan enfermedades, podremos automáticamente crear respuestas químicas para corregirlas. Podremos curar todas las enfermedades, porque todas ellas son una distorsión de esa química. Tenemos 200 tipos diferentes de células, según el lugar en el que se encuentren.

 

La diferencia entre ellas, son los genes que utilizan en cada tejido. La copia de información desde el Adn al Arn tiene que ser perfecta. Porque si se produce un error y se activa el gen equivocado en un tejido, que debería estar silenciado, se puede generar un cáncer.

 

Llegados a este punto entra en juego la reflexión …el debate se torna en una valoración ética sobre la labor de la química en el avance de la medicina y el papel de las farmacéuticas en la materialización de ese avance. sin olvidar que todas las empresas, sin excepción, son negocios y los negocios evitan los riesgos por naturaleza. Muchas investigaciones científicas precisan de millonarias inversiones y décadas de trabajo.

 

Estas planificaciones son necesarias, aunque no siempre se obtengan los resultados deseados, porque sólo así algún día, llegarán las respuestas. El debate ahora es quién se debe responsabilizar de estas investigaciones… Si las empresas con ánimo de lucro o los gobiernos con dinero ciudadano al servicio de la ciencia.

 

El Nobel estadounidense, hijo de bioquímicos, Roger Kornberg asegura que la química nos ayuda a entender el mundo que nos rodea, como puente entre la física, que son las leyes de la naturaleza, y la biología, que es su manifestación. Según este prestigioso investigador, la gente se resiste a la idea, pero la vida es solo química.