El marido de la peluquera

Temática: Cosmética

Año: 1990

Director: Patrice Leconte

Reparto

Jean Rochefort, Anna Galiena, Roland Bertin, Maurice Chevit

Sinopsis

Antonine (Jean Rochefort) ha crecido con una secreta pasión: casarse con una peluquera. Ya en la madurez su deseo se hace realidad: se une en matrimonio a una bellísima peluquera (Anna Galiena). La pareja comparte una felicidad perfecta, y su vida es un idilio permanente tan sólo comparable a un sueño.

Química y Sociedad

Desde hace varios siglos, los hombres -y especialmente las mujeres, han buscado la manera de mejorar su aspecto físico mediante el uso de diversas sustancias guiados por las modas de la época, los avances médicos o simplemente por el propio bienestar o satisfacción personal al verse más bellos, atractivos, saludables o jóvenes.

La primera prueba palpable del uso de cosméticos se encuentra en el antiguo Egipto, hacia el año 4000 antes de Cristo… Desde entonces hasta hoy, no ha decaído el interés por la belleza, aunque los cánones hayan variado, en ninguna civilización.

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de cosmético?… pues al producto que se usa para la higiene corporal o para mejorar la apariencia, especialmente del rostro. Su definición legal habla de mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo, con fines de limpieza, perfume, modificación de aspecto o protección.

El término cosmético incluye por tanto maquillaje, desodorante, champú, gel, etcétera. Productos todos aplicados vía tópica, por lo que no forman parte de este grupo los que tienen como objetivo curar enfermedades, o los que se ingieren, inhalan o se inyectan dentro del cuerpo.

Todos se componen de cuatro partes; principio activo, excipiente o vehículo, aditivos y correctores. Los cosméticos son, por lo general, mezclas de compuestos químicos. Algunos proceden de fuentes naturales, es decir, de origen animal o vegetal y otros muchos son sintéticos.

Como antes mencionábamos, en el Antiguo Egipto, o en época de griegos y romanos, los cosméticos contenían mercurio. Hoy en día por ejemplo las barras de labios contienen sustancias brillantes obtenidas de escamas de pez. El brillo perlado de esos pintalabios y también el de algunas sombras de ojos y coloretes se obtienen con la mica, un mineral natural. El color rojo de algunas sombras se obtiene con el carmín, hecha a partir del polvo de los cuerpos secos de las hembras de unos insectos denominados cochinillas. Este proceso resulta demasiado caro, más incluso que el oro, con lo que se usa en contadas ocasiones.

 

Tampoco hay que olvidar que algunos cosméticos pueden contener ingredientes tóxicos, algunos de los más comunes, son los Ftalatos, el fenol, el fenil, los aceites minerales derivados del petróleo… o el triclosán, todos ellos con probados riesgos sanitarios en dosis elevadas o no reguladas convenientemente. Es por eso por lo que la industria cosmética evalúa su seguridad con estrictos controles de calidad antes de poner un producto a la venta. Sólo así se consigue el registro sanitario otorgado por los organismos correspondientes en cada país.

Pero vayamos un paso más allá en los avances estéticos. Unos avances que cada día nos acercan más hacia el objetivo anhelado (o eternamente perseguido): el elixir de la eterna juventud. Los avances científicos, en el campo de la farmacia, la medicina y la biotecnología han logrado ya cosas impensables hace apenas unas décadas, en temas por ejemplo como la regeneración celular, la eliminación de arrugas y el freno del paso del tiempo por nuestra piel, sin pasar por el quirófano. Y para muestra, dos ejemplos: la toxina botulínica, más conocida por su marca comercial Bótox, y el ácido hialurónico. Mucha gente los confunde, al pensar que tienen el mismo efecto, pero no es así.

La toxina botulínica es el veneno más poderoso que existe. Basta con señalar que como arma química o biológica es considerada extremadamente peligrosa y arma de destrucción masiva, y está prohibida por los organismos mundiales oficiales. En la jerga militar se la conoce como Agente X o XR, según su grado de pureza. Y es que Un solo gramo de esta toxina sería suficiente para matar a un millón de cobayas.

Químicamente hablando, esta toxina es una proteína, relativamente termolábil, compuesta por una cadena pesada (Cadena H) y una ligera (cadena L) unidas por un puente disulfuro. La cadena ligera se asocia con un átomo de zinc. Es soluble en agua, inodora, insípida e incolora y puede ser inactivada por medio del calor, con lejía y con agua y jabón.

Su formulación química es : C6760, H10447,N1743, O2010 y S32.

Las diferentes cepas de esta toxina producen siete formas inmunológicamente distintas de neurotoxina botulínica.

La toxina botulínica actúa de forma local mediante el bloqueo de la liberación de acetilcolina, lo que se traduce en parálisis muscular temporal. El efecto final es una denervación química temporal en la unión neuromuscular sin producir ninguna lesión física en las estructuras nerviosas.

Su primera aplicación clínica se realizó en 1977 como tratamiento corrector del estrabismo. Desde entonces su uso se ha extendido en el ámbito de la medicina, con grandes resultados en el campo de la neurología, y también en el de la estética, especialmente para la eliminación de arrugas. Una forma diluida de la toxina botulínica tipo A se infiltra con una aguja extrafina en el músculo bajo la piel de la zona a tratar para que actúe inhibiendo por relajación el movimiento muscular. Eso sí, tiene una duración temporal de entre tres y seis meses.

 

El ácido hialurónico es un polisacárido del tipo de los glucosa mino glucanos. En el ser humano es abundante en la piel y está presente por ejemplo en el cordón umbilical, el líquido sinovial, el tejido esquelético, el pulmón, la aorta y la próstata. Este se degrada y sintetiza cada día.

Está construido por cadenas de carbohidratos complejos y deriva de la unión de ánimo azúcares y ácidos urónicos. Tiene la propiedad de retener grandes cantidades de agua, por lo que mantiene los niveles de humedad en la piel en un porcentaje equivalente a mil veces su peso. Se trata de algo similar a una esponja hidratada bajo nuestra piel. (adopta una conformación extendida en disolución, por lo que son útiles a la hora de lubricar. Esto se consigue por el gran número de grupos OH y de cargas negativas de esta molécula, lo que permite, que se conserven relativamente separadas entre si las cadenas de carbohidratos).

El ácido hialurónico tiene un efecto positivo en el envejecimiento que se produce por el transcurso del tiempo y también en el producido por factores medioambientales externos. Así pues, contrarresta la formación de arrugas reemplazando el volumen del líquido perdido.

El uso principal del AH en medicina es como material de relleno de cirugía y odontología estética. Además de aislar los pliegues subcutáneos, incrementa la producción de colágeno, multiplicando así el efecto rejuvenecedor.

Su uso en cosmética se conoce desde 1966. Se emplea para la hidratación de la epidermis porque reconstruye las fibras que sostienen los tejidos de la piel, uniformándola y tratando así las arrugas faciales. También se ha potenciado su uso en tratamientos estéticos no invasivos, como el relleno y aumento de volumen mediante infiltraciones. En el caso de los atletas, su efecto en las articulaciones puede acelerar la recuperación tras un esguince de tobillo. Las investigaciones han demostrado su eficacia en otras dolencias como la artrosis. La biotecnología trabaja para desarrollar derivados y aumentar más aun sus funciones terapéuticas. Pero una de las particularidades del ácido hialurónico es que no puede obtenerse por síntesis. Únicamente mediante técnicas de bioingeniería con un proceso de fermentación bacteriana del Acido úrico o mediante fuentes naturales. Las más utilizadas son la aleta de tiburón, el cordón umbilical y la más provechosa… las crestas de los gallos, piezas que, de no ser así, acabarían en la basura.

Así pues, la medicina estética cuenta con dos grandes aliados; el bótox, que paraliza la musculatura evitando producir arrugas por movimiento y el ácido hialurórico que las rellena.

El primero se aplica sobre los músculos faciales para atenuar las arrugas de expresión y prevenir su aparición. Tiene una duración de entre tres y seis meses y es totalmente inofensiva para la salud, al tratarse de concentraciones muy bajas las que se inyectan en la piel. Sus efectos tampoco se pueden propagar fuera del área donde se ha aplicado.

El ácido hialurónico se aplica directamente sobre el surco que deseamos rellenar y dura de 6 a 8 meses.

En ambos casos se absorbe de forma natural y paulatina y los dos tienen efectos rejuvenecedores instantáneos.