Pánico en las calles
Temática: Vacunas para todos
Año: 1950
Director: Elia Kazan
Reparto
Richard Widmark, Paul Douglas, Jack Palance, Barbara Bel Geddes, Zero Mostel, Dan Riss, Tommy Cook, Alex Minotis, Wilson Bourg Jr., Beverly C. Brown, Lewis Charles, Herman Cottman, William A. Dean
Sinopsis
Una noche, en los barrios bajos de Nueva Orleáns, el rufián Blackie y sus amigos matan a un inmigrante que les había ganado jugando al póker. A la mañana siguiente, el doctor Clint Reed del Servicio de Salud Pública confirma que el muerto tenía la peste neumónica. Para evitar una epidemia que tendría efectos catastróficos, Clint y el capitán de policía Tom Warren tratan de encontrar y aislar a los asesinos. La operación se lleva a cabo en secreto, por miedo a que la población sea presa del pánico. Disponen sólo de 48 horas para conseguirlo.
Química y Sociedad
Desde que la pandemia llegó a nuestras vidas hace ya dos años, ha monopolizado la actualidad informativa a diario. El. Coronavirus ha copado portadas y miles de hojas de periódicos, revistas y ha llenado horas de televisión con informaciones sobre su evolución, efectos y consecuencias. Sigue haciéndolo, aunque ahora el letal virus ha cedido parte de su protagonismo a la resistencia, su principal enemigo… la vacuna.
La misma arma con la que se ha librado cientos de batallas a lo largo de la historia. Pero nunca la habíamos tenido un tiempo tan corto para combatir un enemigo tan desconocido y devastador que desplegó su fuerza destructiva en todos los rincones del mundo. Una vez más el secreto está en la química y la química de las vacunas.
Pero… ¿Pero qué es la vacuna? La vacuna es una preparación destinada a generar inmunidad adquirida contra una enfermedad mediante la estimulación de la producción de anticuerpos. Por lo general una vacuna contiene fragmentos minúsculos del organismo causante de la enfermedad y a menudo se hace a partir de formas debilitadas o muertas del microbio, sus toxinas o sus proteínas de superficie. El agente estimula el sistema inmunológico del cuerpo al reconocer al agente como una amenaza, destruirla y guardar un registro de este, de modo que el sistema inmune puede identificar y destruir más fácilmente cualquiera de estos microorganismos que encuentre más adelante.
La vacunación es el método más eficaz para prevenir las enfermedades infecciosas. Por ejemplo, la viruela, la poliomielitis, el sarampión y el tétanos se han erradicado en el mundo gracias a la vacunación. Cada componente de la vacuna cumple una finalidad específica. Cada ingrediente es sometido a amplias y rigurosas pruebas hasta garantizar por completo su seguridad.
El componente básico y principal de las vacunas es el antígeno, porque es el que genera una respuesta inmunitaria. Es una parte ínfima o una versión atenuada e inocua del organismo causante de la enfermedad, de modo que el cuerpo puede aprender a contrarrestar ese organismo sin enfermar.
Otro de los ingredientes clave de las vacunas son los conservantes. Son los que impiden que la vacuna se contamine cuando se abre un vial para utilizarlo en más de una persona. Si la vacuna es monodosis no es necesario que contenga conservantes. El más común es el 2 phenoxyethanol y tiene muy baja toxicidad.
El tercer ingrediente importante de las vacunas, son los estabilizantes, son los que impiden que se produzcan reacciones químicas en la vacuna y que los componentes se adhieran al vial. Pueden ser azúcares como la lactosa o la sacarosa, aminoácidos como la glicina o gelatinas y proteínas. Otros ingredientes de las dosis finales son las sustancias tensioactivas, para mantener la mezcla sin aglutinar, las sustancias residuales, que no son ingredientes activos en la vacuna final, los diluyentes, como el agua esterilizada o el coadyuvante, que mejoran la respuesta inmunitaria estimulando las células. Son por ejemplo sales de aluminio tales como fosfato de aluminio, hidróxido de aluminio o sales de potasio.
El coronavirus ha supuesto un antes y un después en el mundo de las vacunas, por su rapidez y globalización. Todos los países unieron esfuerzos en una pandemia mundial que paralizó el mundo en marzo del 2020. Y aunque el acceso a estas dosis no es igual entre unos países y otros, todas parecen gozar de una gran eficacia a la hora de evitar la peor cara del virus… la mortalidad.
De momento han sido avaladas por las autoridades sanitarias una decena de vacunas contra el coronavirus. Y hay cerca de un centenar en investigación clínica, en diversas fases de ensayo. Todas ellas se pueden clasificar en tres grandes grupos según su composición o su forma de introducir el material sars covid en el cuerpo.
Las primeras, las que introducen una versión inactivada del propio coronavirus, las llamadas proteínicas, que contienen fragmentos de proteínas inocuas del virus que desencadenan las respuestas inmunes.
Las segundas, las basadas en vectores víricos. Es el caso de la de Jansen., la de Astrazeneca y Sputnik. Usan virus modificados genéticamente para que no causen enfermedad pero si activen la producción de proteínas para desencadenar la respuesta inmune.
Y las terceras, las más novedosas, la que introducen ARN mensajero y que contiene la molécula con instrucciones para producir la proteína que se encuentra en la superficie del virus y necesaria para que el organismo desencadene la respuesta inmune son las de pfizer y moderna.
Y es en estas últimas donde nos queremos detener por ser las nuevas generaciones de vacunas. El método del ácido nucleico es una nueva técnica que la pandemia ha acelerado. Ha pasado de los exhaustivos ensayos clínicos a utilizarse ya en los seres humanos. Y las posibilidades que se abren son infinitas.
Hemos hablado de los componentes de las vacunas, pero solo a grandes rasgos, sin profundizar. Los procedimientos y estadísticas de seguridad son públicos y de fácil acceso, Pero si se quisieran buscar los ingredientes específicos de vacunas tales como Moderna o Pfizer, con una efectividad superior al 90 por ciento, sería complicado. Para empezar porque son las primeras de su tipo.
Se han creado sintéticamente utilizando ácido ribonucleico mensajero, el MARNM. Este ácido contiene fragmentos del código genético de la proteína del coronavirus que le dice a las células del cuerpo que produzcan una reproducción exacta de esa proteína que activa el sistema inmunológico para producir anticuerpos. La composición química específica de ese ARNm sintético, del que, si sabemos que contiene lípidos, es todavía un misterio, como la fórmula de la Coca-Cola… oculta tras una compleja red de patentes.
Pero lo que sí es cierto es que los artífices de esta fórmula son Quimicos, los que han encontrado la manera de modificar el ARN natural y mejorarlo para aumentar su estabilidad y mejorar su sigilosa adaptación al cuerpo.
Los investigadores llevan décadas tratando de engañar al sistema inmunológico del cuerpo, como hito para curar todo tipo de alteraciones genéticas causantes de enfermedades, pero hasta ahora no se había conseguido. Estas vacunas COVID serían las primeras en hacerlo.
Y supone una gran esperanza para abrir la puerta a otras vacunas contra el VIH, el herpes y la gripe…. Por poner algunos ejemplos. La eficacia de una vacuna es la clave. Pero un tema muy importante también Es la conservación y distribución de las mismas a nivel mundial. Mientras que las vacunas de adenovirus o coronavirus o inactivado se conservan simplemente en congeladores, las de ARN mensajero precisan congeladores a -20 grados centígrados, como es el caso de Moderna o incluso a -80 grados la de Pfizer.
El COVID 19 es uno de esos acontecimientos a escala mundial que modifica los valores que rigen el comportamiento humano. La colaboración científica y técnica polivalente y la rapidez inusitada en todo el planeta para conseguir respuestas supera todo lo vivido hasta ahora la humanidad. Se ha empezado a trabajar en clave universal y hay esperanza.