Crash

Hace tan sólo 50 años, en algunas ciudades o provincias españolas, era muy extraño ver por las calles a un hombre o mujer negra. Su referencia eran los libros o las películas, pero para una gran parte de la población sin acceso a viajes, y sin Internet, generaba expectación y extrañeza.

Nuestro retraso formativo y aislamiento social respecto a otras culturas más modernas marcaron una época de la que, afortunadamente hemos salido a gran velocidad en los últimos años gracias a la globalización y el avance económico, pero todavía queda camino que recorrer. Porque, a pesar de que España es un pueblo solidario y acogedor, los conflictos raciales siguen siendo portada en muchos otros países y medios de comunicación del mundo.

Esa globalización, ha supuesto enriquecedores intercambios, pero no así la desaparición de muchos conflictos raciales donde la causa básica no es ser blanco o negro, sino la categoría económica definida por razones históricas, sociales o culturales.

Lo verdaderamente cierto, científicamente hablando, es que no existe una división natural de la especie humana. No hay distintas razas biológicas de seres humanos. Todos pertenecemos a la misma y las diferencias entre un negro y un blanco son simples cualidades físicas y químicas. Los negros poseen más cantidad de una molécula llamada melanina que oscurece la piel y cuya función es la de proteger de los nocivos rayos ultravioletas del sol. En el norte de Europa predomina la piel y los ojos claros porque el sol no es tan fuerte. En este punto podemos apuntar que, si una persona se broncea a causa del sol, su piel se oscurece de forma temporal, pues con el tiempo la célula pierde la capa que le rodea y la persona recupera su tono de piel.

Así pues, la melanina es la gran dama de este teatro. Sin ella no hay función.

Es un pigmento biológico de estructura compleja responsable del color de la piel y el cabello. Tienen color negro o pardo según su cantidad y tipo y es el determinante primario del color de un individuo. Entre el color de algunos africanos, hindúes o aborígenes australianos, hasta el blanco casi pálido de los nórdicos.

Posteriormente, la variación de la piel, en los pueblos, ocurre en su mayor parte debido a la genética, la otra protagonista, de la función. De hecho, podemos apuntar algo curioso y relevante. Es la genética la que confiere una mayor o menor concentración de melanina en la piel. Y algunos, los que carecen de ella, o tienen concentraciones mínimas, son los llamados albinos. Esta condición si se puede dar tanto en personas como en animales. La deficiencia de melanina ha estado también relacionada con anomalías genéticas y enfermedades.

El color de la piel humana varía entre piel muy clara o blanca hasta piel muy oscura o negra siguiendo la escala cromática de Von Luschan con todos sus estados intermedios entre ambos extremos.

La estructura molecular de la melanina se encuentra constantemente en estudio. Puede ser cualquier poliacetileno, polianilina o polipirol, O bien la mezcla de sus copolímeros.

La forma más común de la melanina es la eumelanina. Y el proceso de formación de melanina se denomina melanogénesis y se produce en el estrato más profundo de la epidermis. La producción de melanina es estimulada por la incidencia sobre el ADN de la radiación ultravioleta. La melanina disipa en forma de calor más del 99′ 9 por ciento de la radiación absorbida para evitar un posible daño en el ADN. La piel oscura con grandes concentraciones de melanina protege contra la exposición a la luz ultravioleta. Las personas de piel clara tienen aproximadamente diez veces más riesgo de sufrir cáncer de piel en condiciones de exposición solar similares. La otra cara B de la moneda es que sin luz solar producimos menos vitamina D, la que combate el raquitismo.

Los científicos no tienen una sola teoría sobre el origen evolutivo del color de la piel. Para muchos, la evolución de la piel clara ha seguido caminos genéticos diferentes en poblaciones europeas y del este asiático. Pero todos ellos se originaron en África y después se dispersaron por el resto de los continentes hace más de 30.000 años